INTRODUCCIÓN

La vida y existencia del hombre ha girado siempre en torno al agua. Hemos de considerar que los mayores asentamientos de población se han desarrollado junto a zonas acuíferas, ya que el agua es un bien altamente preciado y necesario para la mayoría de las funciones que el hombre realiza, comenzando por el mantenimiento de sus funciones vitales, para la elaboración de productos, para la limpieza e higiene, para el desarrollo industrial, etc. (Joven y López, 1991).

Pero, no solamente son destacables las propiedades funcionales del agua, sino que es importante tener en cuenta otra serie de valores que han sido aprovechados por el hombre a lo largo de la historia. Entre todos ellos, destacaremos el empleo del medio acuático como fuente de salud. Ya en el mundo romano, la proliferación de baños públicos, constituidos en centros de tertulia y expansión eran la expresión de la relación establecida entre el medio acuático y la ocupación del tiempo de ocio de forma saludable.

En la actualidad, la consideración de las actividades acuáticas como medio de formación y salud ha avanzado a pasos agigantados, produciéndose una expansión y explotación manifiesta de una amplia variedad de actividades dirigidas a procurar la salud del individuo que, sin duda, no ha estado exenta de verse implicada en una exageración con relación a las posibilidades saludables que el medio acuático posee.

La natación es actualmente uno de los deportes de moda con un incremento espectacular en la práctica del mismo en todos los estratos de la población. El boom de la natación en los países desarrollados se ha debido fundamentalmente, al incremento de las piscinas cubiertas que permiten la práctica de este deporte durante todo el año y también por la creencia popular y bastante asentada entre la clase médica de que su práctica es beneficiosa para la salud. «Cada vez que una cosa no encaja en un niño, el médico lo manda a la piscina»; esta aseveración fue realizada por el entrenador del equipo americano que acudió a los Juegos Olímpicos de Tokio.

Natación, deporte y salud hay que diferenciar el objetivo

Natación, deporte y salud hay que diferenciar el objetivo

Pero al hablar de la natación, debemos diferenciar claramente el aspecto deportivo del aspecto puramente correctivo de la misma.

La natación es un deporte en el que se repiten unos determinados gestos técnicos, agrupados en cuatro estilos, El objetivo de la técnica es desplazar el cuerpo humano por el agua de la forma más rápida, para lo que se busca la máxima efectividad del movimiento con la menor resistencia. La natación en su aspecto deportivo busca la marca, el campeón, la victoria, en este caso se debe valorar el efecto que la práctica intensa de cualquier deporte puede provocar en el deportista y necesitamos conocer sus posibles efectos tanto positivos como negativos.

Es importante que los profesionales vinculados al medio acuático sean capaces de conocer las posibilidades de intervención en salud corporal que es capaz de aportar el medio acuático.

La salud en los tiempos modernos se plantea como algo más que una lucha contra la enfermedad. Desde la concepción de salud como “el completo estado de bienestar físico, psíquico y social” establecida por la Organización Mundial para la Salud (O.M.S., 1960) se ha producido una reconstrucción de dicha definición con relación a considerar el medio social donde se desenvuelve el sujeto, como una pauta primordial de atención que eclipsa cualquier atención de la persona como individualidad. La salud no sólo es exclusiva de lo corpóreo, sino que se añaden de forma implícita a este concepto los términos de “salud mental” y “salud social”.

Desde este punto de vista, el medio acuático es capaz de ofrecer importantes ventajas para el desarrollo de la salud, basado en la presencia de un ambiente motivador y portador de una serie de cualidades que le permiten ser útil para todos los sectores de población.

Según señalan Lloret y Violán (1991), los diferentes programas acuáticos ubicados dentro de la parcela de la salud ofrecen dos perspectivas de intervención diferenciadas:

1. Perspectiva terapéutica.

2. Perspectiva preventiva.

Bajo la perspectiva terapéutica el medio acuático se utiliza como forma de tratamiento a diversas patologías existentes; o bien, como tratamiento complementario a terapias de tipo convencional. En los últimos años, esta perspectiva se está viendo envuelta en una crítica constante desde diversos sectores, debido a la confusión de ciertos aspectos relacionados con las alteraciones que el medio acuático es capaz de combatir como terapia directa, así como a la falta de investigaciones que avalen ciertas intervenciones dentro de este medio.

Desde un punto de vista preventivo, el medio acuático puede ser un factor o barrera de oposición directa e indirecta contra la aparición de ciertas enfermedades, siendo ésta una de las parcelas más interesantes dentro de la elaboración de planes o programas tendentes a la mejora de los niveles de salud. Estos programas preventivos van destinados hacia grupos de población que, sin poseer enfermedad, pueden beneficiarse del desarrollo de actividades en el medio acuático.

Sería interesante añadir a las perspectivas anteriores la consideración del medio acuático como elemento “recreativo”, ya que desde la consideración de una dimensión social de la salud, el medio acuático garantiza una esfera de actuación en la cual se puede aportar una gran expansión y liberación de las tensiones, sin olvidar que en la actualidad el estrés es uno de los principales factores de riesgo de patología coronaria (Plowman, 1994; Launders, 1994).

 

LAS ACTIVIDADES ACUÁTICAS COMO FUENTE DE SALUD

El medio acuático puede ser utilizado como terapia en sí mismo o como elemento complementario a tratamientos médicos convencionales. Los sectores que pueden verse beneficiados por una incidencia en la práctica de actividades acuáticas son muy variados. Entre los principales programas acuáticos en el campo de la terapia destacamos tres sectores claramente diferenciados, como son los representados por discapacitados físicos, psíquicos y sensoriales.

Los programas de actividades acuáticas en sectores discapacitados pretenden explotar al máximo las posibilidades del sujeto. Dichos programas se encuentran determinados por las condiciones específicas de limitaciones presentes en los sujetos integrados en dichos programas (Moreno y Rodríguez, 1996).

Ciertas condiciones específicas del medio acuático le hacen especialmente idóneo para abordar todo tipo de actividades físicas con estos grupos de población que precisan de necesidades de tratamiento especial.

En el caso de discapacitados físicos se planteará una aproximación al medio acuático siguiendo idénticos esquemas a los aplicados en población normal, es decir, comenzando con una correcta familiarización al medio, a la cual seguirá la flotación, propulsión, etc., llegando a alcanzar el nivel de complejidad que permita la deficiencia motora del sujeto. Se tratará en todo momento de alcanzar la máxima potencialidad motora de los miembros no afectados del sujeto, compensando las disfunciones existentes en los miembros afectados y su adecuada utilización dentro de las actividades planteadas.

Con discapacitados psíquicos, el trabajo se orientará mayormente a despertar una motivación y agrado en las actividades acuáticas que, unida a la facilidad para el movimiento dentro de este medio, otorgue la posibilidad de desarrollar una amplia gama de actividades motoras que beneficien la salud. No obstante, este grupo de población requiere una gran atención por parte de técnicos y monitores, que han de controlar la evolución dentro del medio acuático de dichos sujetos. Preferentemente se trabajará con grupos muy reducidos y de alta homogeneidad.

Dentro de los discapacitados sensoriales es preciso establecer una atención especial al grupo de invidentes, con los cuales se ha de fomentar un buen trabajo de percepción espacial y orientación dentro de este medio.

La natación es una actividad deportiva muy extendida entre la población y frecuentemente recomendada como tratamiento único o acompañante para muchas deformidades del raquis, sobre todo para las escoliosis. No existe ningún fundamento ni evidencia que justifique esta recomendación; es más, incluso puede que se agraven las cifosis. Con altas cargas de entrenamiento y dependiendo del estilo practicado, las hiperlordosis pueden empeorar o mejorar. La natación no ha de indicarse como terapia exclusiva para ninguna deformidad raquídea estructurada; tampoco corregirá la mayoría de los problemas posturales, excepto las hiperlordosis que parece que sí pueden beneficiarse. El paciente ha de saber que la natación sólo es un complemento de la terapia y no debe sustituir la fisioterapia o los corsés por el incremento de su práctica.

Tampoco es cierto que sea el único deporte que pueda ser practicado cuando se tiene una desalineación raquídea. Para que pueda ser utilizado el medio acuático como complemento terapéutico en las desalineaciones raquídeas ha de realizarse una hidrocinesiterapia, previa prescripción individualiazada, que es conocida coloquialmente como “natación terapéutica”.

Aparte de todos los efectos fisiológicos del agua beneficiosos para el organismo, hay que recordar que la posición horizontal de flotación ayuda al cuerpo a reducir el efecto gravitacional, viéndose así la columna liberada de presiones verticales. Este efecto contribuye a la relajación y a disminuir el dolor, ya que la sensación de menor peso permite que se muevan las articulaciones con mayor libertad y con menos efuerzo que en tierra.

Con respecto a la utilidad del medio acuático en los problemas de columna, el ejercicio en el agua está recomendado en la mayoría de las desviaciones del raquis (cifosis, hiperlordosis, escoliosis, etc.), ya que los cuerpos vertebrales en este medio tienden a una posición correcta, siempre que los músculos sean fuertes, requeriéndose para ello un trabajo regular en el tiempo.

José A. Barrios

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